Historia de Cehegín

Edad de Piedra y Edad de los Metales

Los orígenes de la presencia humana en el actual término de Cehegín se remontan a tiempos prehistóricos, concretamente al Eneolítico y Edad del Bronce, hace más de 4.400 años. Así lo demuestran los restos arqueológicos localizados en la Peña Rubia, donde se han hallado restos de hábitat, enterramientos y útiles líticos. Destacan especialmente las cuevas de “Siete Pisos” y “Del Humo”, donde se conservan importantes pinturas rupestres que representan escenas humanas, figuras esquemáticas y animales, enmarcadas dentro del arte rupestre levantino, considerado Patrimonio de la Humanidad desde 1998.

Durante la Edad del Bronce, Cehegín formó parte de la Cultura de El Argar, caracterizada por asentamientos fortificados en lugares estratégicos, enterramientos colectivos y un incipiente dominio metalúrgico. Se han documentado yacimientos de esta cultura en distintos puntos del término, donde se conservan restos de viviendas y ajuares funerarios. Estas comunidades, organizadas jerárquicamente, se dedicaban a la agricultura, la ganadería y la metalurgia, y mantenían relaciones comerciales con otras poblaciones del sureste peninsular.

Época Íbera

A partir del primer milenio a.C., las poblaciones prehistóricas evolucionaron hacia la cultura íbera, extendida por el levante y sureste peninsular. En este contexto, surgió la ciudad de Begastri, ubicada en una posición estratégica en la confluencia de caminos y valles, lo que la convirtió en un núcleo destacado dentro de la contestania íbera. Los íberos de Begastri levantaron murallas defensivas, estructuras urbanas organizadas y espacios sagrados.

De esta época proceden restos de cerámica pintada, esculturas, monedas y armas. La intensa actividad comercial de los íberos con colonizadores fenicios, griegos y cartagineses dejó huella en los ajuares y utensilios hallados. Begastri se convirtió así en un centro de poder regional, con una población que practicaba una agricultura avanzada y controlaba rutas comerciales hacia el interior y la costa.

Época Romana

Tras la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.), Roma conquistó el sureste peninsular y Begastri fue incorporada al dominio romano. Este periodo supuso una transformación profunda en la ciudad, que adquirió estatus de municipium y se integró en la administración imperial. Se levantaron nuevas infraestructuras, como murallas, vías de comunicación, termas y edificios públicos.

Begastri prosperó como centro agrícola, comercial y administrativo, formando parte de las rutas que conectaban Cartago Nova (Cartagena) con el interior. Se han hallado en su entorno monedas, inscripciones latinas, cerámicas y restos de estructuras murarias que testimonian esta etapa. Durante el siglo III, ante la amenaza de invasiones bárbaras, Begastri reforzó su sistema defensivo, construyendo murallas con torres de vigilancia.

Época Visigoda

A partir del siglo V, con la caída del Imperio Romano de Occidente, la ciudad de Begastri pasó a formar parte del reino visigodo de Toledo. Fue entonces cuando alcanzó su mayor importancia histórica, al convertirse en sede episcopal. La existencia de obispos como Vitalis, Acrusminus, Vincentius y otros, que participaron en concilios de Toledo durante los siglos VI y VII, está documentada en las actas conciliares; moldeando así la doctrina de la Fe Católica.

Se construyeron en este periodo basílicas cristianas, se organizaron cementerios y se difundió la liturgia visigoda. Begastri se consolidó como uno de los principales focos cristianos peninsulares. De esta época destaca la célebre Cruz Monogramática de Begastri, símbolo paleocristiano conservado en el Museo Arqueológico de Cehegín, considerada una de las más antiguas y emblemáticas del cristianismo hispano.

A finales del siglo VII, la ciudad entró en declive, las luchas internas entre nobles y clérigos, sumadas a las amenazas externas, debilitaron su posición, dejando a Begastri vulnerable ante la inminente invasión musulmana.

Época Musulmana

En el año 713, tras la entrada de las tropas musulmanas en la península, Begastri fue entregada pacíficamente mediante el Pacto de Teodomiro, acuerdo que permitía a las poblaciones locales conservar su religión, propiedades y costumbres a cambio de tributo y sumisión al poder islámico. Sin embargo, a lo largo de los años, el casco urbano de Begastri fue despoblándose y sus habitantes se desplazaron hacia el Cabezo del Puntarrón, donde los bereberes zenehegíes fundaron la actual Cehegín.

Durante el periodo islámico, Cehegín fue una pequeña villa agrícola y ganadera, con mayoría de población musulmana, aunque se mantuvo una significativa comunidad de mozárabes (cristianos bajo dominio islámico). La localidad perteneció a la cora de Tudmir, integrada en Al-Ándalus, y mantuvo una organización social y económica basada en el regadío, la agricultura de secano y el aprovechamiento de recursos forestales.

Reconquista y Edad Media Cristiana

En 1243, la Taifa de Murcia pactó con el rey Fernando III de Castilla su sumisión mediante el Tratado de Alcaraz, convirtiéndose en un territorio vasallo de Castilla. No obstante, los musulmanes conservaron el control administrativo hasta 1266, cuando una revuelta mudéjar fue sofocada por Jaime I de Aragón. A partir de ese momento, Cehegín pasó a dominio cristiano y fue entregada a la Orden del Temple como parte de la frontera castellana con el Reino de Granada.

Tras la disolución del Temple en 1312, Cehegín fue asignada a la Orden de Santiago en 1344, que se encargó de su defensa y repoblación. Durante la Baja Edad Media, la villa sufrió las consecuencias de su situación fronteriza, con episodios de despoblación, pestes y ataques, aunque poco a poco logró consolidarse como una comunidad rural. Se levantaron las primeras iglesias parroquiales y se organizaron los concejos bajo dominio santiaguista.

Edad Moderna (Siglos XVI-XVIII)

La conquista de Granada en 1492 y la desaparición de la frontera supuso un punto de inflexión para Cehegín, que inició un periodo de recuperación demográfica y económica. De unos 3.000 habitantes en 1500, la villa alcanzó los 5.000 a finales del siglo XVI. Se desarrolló una agricultura basada en el cultivo de cereales, vid y olivares, y se practicó la ganadería extensiva.

Durante los siglos XVI y XVII se construyeron importantes edificios religiosos y conventuales, como las iglesias de La Soledad, La Concepción, La Magdalena, Santo Cristo y el convento franciscano de San Esteban. Se erigieron también palacios y casas señoriales, debido al gran numero de familias nobles que habitaban Cehegín, consolidando la fisonomía urbana actual. En 1689, el municipio de Bullas se segregó de Cehegín, tras siglos de dependencia.

El siglo XVIII fue especialmente próspero para la villa, coincidiendo con el Siglo de Oro Murciano. La población alcanzó los 7.000 habitantes gracias a la roturación de nuevas tierras, la mejora de las infraestructuras y la diversificación agrícola. Se levantaron destacados edificios civiles como el Palacio de los Fajardo, el Palacio de los Duques de Ahumada y el Hospital de la Real Piedad. En 1725 llegó a Cehegín la imagen de la Virgen de las Maravillas, convirtiéndose en patrona de la villa.

Edad Contemporánea (Siglos XIX-XX)

El siglo XIX comenzó con los saqueos de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). En 1847, la desamortización de bienes eclesiásticos y la disolución de la jurisdicción santiaguista transformaron la estructura administrativa local. Cehegín vivió un notable auge industrial en la segunda mitad del siglo, destacando las manufacturas de esparto, cáñamo y, especialmente, la minería de hierro, que convirtió a la localidad en la primera productora regional. En 1925 se llevo realizo la coronación Pontificia de la Virgen de las Maravillas.

Durante el siglo XX, la minería continuó siendo motor económico hasta la crisis de 1929, que provocó el cierre de minas y una etapa de declive. A mediados de siglo, la crisis agrícola e industrial provocó una fuerte emigración. No obstante, en las últimas décadas, Cehegín se revitalizó gracias al auge de frutales de hueso, industrias conserveras y la explotación de canteras de mármol. En 1982, su casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico-Artístico, en reconocimiento a su legado monumental y arquitectónico.